miércoles, 20 de junio de 2007
Crónicas de una historia que busca un final (2)
La primera visita la hizo acompañado de un amigo. No porque, en algún nivel subconsciente de la mente de Joaquín, tema la interactuación a solas con Alejandra, sino porque hasta ese día Joaquín no sabía la ubicación del domicilio de su novia; su amigo, que conocía a Alejandra anteriormente, lo guió. La casa no era grande. Pero era suficiente para las dos personas que vivían allí: Alejandra y su madre. Lectores minuciosos y altamente sensibles, podrían llegar a resentirse si supieran que, junto a las mujeres, convivía un gato. Gato que no fue tomando en cuenta a la hora de enumerar los seres que habitaban la casa. No obstante, para la tranquilidad de este relato pero la intranquilidad de aquellos más susceptibles, el gato murió no mucho despúes de esta primera visita.Alejandra no recibió a Joaquín (ni a su amigo, que para este momento ya era un estorbo) dentro del domicilio. El encuentro se desarrolló en la vereda, bajo las luces de la avenida y de una luna que apenas se atisbaba entre la nubes. El diálogo, que teórica y usualmente lo participan dos, esta vez tuvo tres actores. La actriz de reparto fue Alejandra. Los dos protagonistas principales, Joaquín y su amigo, monopolizaron la conversación. No porque no querían que Alejandra forme parte de la charla, la razón obedecía a un comportamiento social simple. Joaquín y su amigo, producto del tiempo que se conocían, se sentían más cómodos hablando entre ellos. Alejandra lo comprendía y, por momentos, lo aceptaba. Sin embargo, tenía claro que en pocos meses la situación cambiaría. Horas más tarde, Joaquín contestó el teléfono de su casa.
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