Estoy en busca de mí. Y, consecuentemente, en busca de todos. Busco los rostros de hombres y mujeres antes de que el mundo exista; cuando el orden implicaba desdén y no lógica, cuando todos buscábamos similitudes en el otro y no diferencias... Espero, con una copa de vino en la mano, encontrarlo. Aunque sé que por más que hoy todo esté en desorden, producto de la incomprensible necesidad de dividr al mundo, todo, en su aspecto gregario, es igual. Sólo hay diferentes apreciaciones. Y todo: todas las apreciaciones y acciones, las más sencillas y más complejas, las acciones más amigables y las más detestables, están matizadas por la cotidianidad. ¿Cómo vivirla?
Bienvenidos
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